
Opinión
Petro no se respeta a sí mismo
No queda otra que soportar, con estoicismo y abnegación, las necedades que vocifera o escribe con enloquecido arrebato.
Supe en su día de la embarazosa situación que vivieron con el presidente en La Guajira. La que relata Álvaro Leyva con descarnada sinceridad. No lo publiqué por lo escabroso de la información y por respeto a la audiencia, no a Petro, al que muchos dejamos hace rato de respetar. Si no se respeta a sí mismo, ni al país, ni a sus funcionarios cercanos, ni a sus ministros, ni a su familia, ni a los invitados a una cumbre internacional de la que es el anfitrión, no puede su gente exigir que lo respetemos.
Lo único que pueden reclamar es que, por respeto a la voluntad mayoritaria de los colombianos y a la Constitución, todo el mundo acepte que su estancia en el Palacio de Nariño va hasta el 7 de agosto de 2026.
Por tanto, si la izquierda moderada, el centrismo y el escuálido santismo quiso respaldar a un exalcalde que había dado suficientes evidencias de un populismo desbordante y total incompetencia como gestor, no queda otra que acatar la voluntad de las urnas. Y soportar, entretanto, con estoicismo y abnegación la ristra de necedades que vocifera en diferentes escenarios o escribe en X con enloquecido arrebato.
La esperanza de que trabaje como si fuese un mandatario serio y eficaz se la cedemos a los estómagos agradecidos y a su rabiosa y ciega fanaticada. Porque nadie con cierta formación académica, petristas incluidos, puede tragarse los conceptos peregrinos, envueltos en pretenciosa intelectualidad que Petro suele deslizar en sus discursos y trinos.
Lo más leído
Baste un ejemplo reciente que escribió, con su habitual mala redacción, en X: “He pedido a través del mecanismo de vigencias futuras. Modernizar todo el armamento de Colombia (…) Nuevas tecnologías aeroespaciales, matemática cuántica, dominio de ríos, control total de puertos”.
A 14 meses de entregar el poder se le ocurre pensar en las Fuerzas Militares cuando no hizo sino debilitarlas, durante dos años y medio, con la ayuda del exmagistrado que detestaba al Ejército. Y lo hace a su manera, con frases que denotan desconocimiento de la materia y pretenciosa intelectualidad.
“Tecnologías aeroespaciales” cuando ni siquiera cuentan con las herramientas para confrontar los drones artesanales que utilizan las guerrillas para matar policías y militares. Y renovar la Fuerza Aérea no requiere dos palabras ampulosas, sino comprometer fondos y supervisar que nadie caiga en el vicio petrista de robar plata.
Sobre la “matemática cuántica” y su aplicación al armamento, pregunté a un erudito en física cuántica, un extranjero neutral, ignorante de la política colombiana y los delirios de Petro. “Física cuántica, mecánica cuántica, teoría cuántica de campos, computación cuántica, información cuántica, pero no sé qué es la matemática cuántica”, dijo.
“La física cuántica es la base de todos los sitios del mundo moderno. Empezó en torno a 1920 y es muy difícil que haya algo que no esté afectado por ella. A lo mejor se confundió y se refiere a un campo que está en boga: la computación cuántica, que utiliza principios de la física cuántica y es un paradigma distinto a la computación ordinaria, la que estaba basada en teorías que desarrollaron en los cuarenta y cincuenta”.
Obvio que no se confundió y que, igual que propuso mandar piel humana a Marte o unir a Buenaventura con Barranquilla con un tren elevado, Petro solo buscaba impresionar con su palabrería artificiosa.
En cuanto a “dominio de ríos, control total de puertos” suena a uno de tantos cuentos suyos cuando ni siquiera fueron capaces de evitar paros armados en el San Juan o el Atrato. Y cuando alega que debe retirar al Ejército del Catatumbo por falta de presupuesto y necesitó destinar mil hombres para expulsar a la guerrilla del corregimiento de El Plateado y hacerse con una parte del cañón del Micay. ¿Con qué recursos humanos y materiales armará una potente estructura militar con la misión de dominar cientos de ríos navegables y todos los puertos en el año que les queda?
Dados sus escasos logros y sus erráticas e inviables propuestas de última hora, no sorprende el pernicioso empeño en poner en marcha una gigantesca maniobra de distracción de 700.000 millones. La consulta no es nada distinto a una campaña electoral pagada con fondos públicos y su entretenimiento favorito durante varios meses. Gobernar no es lo suyo, ignora cómo hacerlo y le aburre a morir.
Petro se sueña esparciendo odios y rencores, dividiendo la sociedad a honduras inimaginables, prometiendo trenes a China y aires que alimentan humanos. Creyéndose el mesías añorado, salvador de los pobres y látigo de empresarios.
Pero como es el rey desnudo del cuento de Christian Andersen, quedará para el próximo presidente combatir la Colombia violenta, injusta y corrupta que todos detestamos. A Petro le quedó gigante el puesto.
NOTA: Nadie mejor que Eduardo Montealegre para intentar socavar el Poder Judicial, perseguir uribistas y revestir de constitucionales las ideas dictatoriales que a Petro se le pasen por la cabeza.